¨Cuando estés en una charla con directivos de una empresa y tengas que dar un diagnóstico, en algún momento decí que el problema está en la comunicación, seguro que no te vas a equivocar.¨
Este consejo/burla circula, habitualmente, entre los que nos dedicamos a ayudar a las compañías a entender su propio funcionamiento.
El concepto de cultura de trabajo es, seguramente, el que iguala al de comunicación en la cantidad de usos. Pero qué es la cultura de una empresa?
Una de mejores y más simples definiciones es la que dice que representa la manera en que, habitualmente, se hacen las cosas. Esos procedimientos o hábitos que no están escritos en ningún lado pero que todo la compañía dá por buenos y por ciertos. Eso es, junto con conceptos que justifican esos comportamientos, lo que conforma la cultura.
La teoría dice que la cultura es algo vivo, dinámico que va modificándose a medida que la organización crece, cambia, se adapta al entorno, lo modifica y aprende. Sin embargo, este proceso que suena lindo y hasta poético, genera tensiones, adhesiones y resistencias.
En post anteriores comenté acerca de una actividad de Team Building que coordiné para un equipo de gerentes de una compañía minera.
Uno de los temas de mayor relevancia fue el referido al régimen de trabajo: cuántos días se trabaja en la mina (que generalmente está a varias horas de viaje del lugar de residencia) y cuántos se vuelve al hogar.
Son frecuentes las rutinas de varias jornadas seguidas de trabajo (uno de los más intensos es el de 20 x 10, por ejemplo) por otras pocas, de reposo, en vez de el clásico 5 x 2 (lunes a viernes y sábado y domingo, de descanso).
La cultura de los trabajadores de la minería ¨dice¨ que cuanto más cerca se está de la operación, mayor control se tiene, más al tanto se está de los problemas y, por lo tanto, mejores resultados se obtendrán. Este discurso cultural es el resultado del desarrollo histórico de una actividad que requiere mucho esfuerzo físico y el consecuente seguimiento/control/ motivación por parte de los lideres que están a cargo. Sin embargo, el crecimiento del rubro hizo que las compañías mineras empiecen a recibir profesionales que provienen de otras áreas, imbuidos de otra cultura. Estos colaboradores pasan por períodos de adaptación en los cuales se integran a la ¨cultura minera¨ y se incluyen en los regímenes de trabajo que mencioné más arriba. Pero, a medida que pasan los meses, cuestionan esa manera de hacer las cosas y son quienes piden pasar más tiempo con la familia o hacer rutinas de trabajo más cortas.
Los que son mineros de formación, ¨saben¨ que trabajar en minería implica estar lejos de casa por un tiempo largo, en condiciones que pueden ser difíciles y que, en compensación, percibirán una remuneración bastante por encima del promedio de mercado.
¨La minería no es para cualquiera¨, ¨hay que encontrar la forma de pasarla bien¨, ¨mi mujer ya sabía como es mi trabajo cuando nos casamos¨, ¨ella, la verdad, es la que se encarga de criar a los chicos¨, ¨a mi me gusta lo que hago¨ son todas frases resultantes y formadoras de la cultura de la empresa minera. Por otra parte, los que vienen de ¨otro palo¨ y han tenido otras experiencias, dudan de estas ¨certezas¨ y proponen más flexibilidad. Incluso estas propuestas se traducen en acciones como la generación de mecanismos de seguimiento de los procesos o la formación de cuadros de reemplazo.
Desde un punto de vista de la salud laboral y el crecimiento, parece ser más saludable capacitar a futuros lideres de área que dedicarse a encontrar la manera de estar cerca de la operación - y sobrevivir en el intento - para que la misma sea exitosa.
Veo, casi a diario, como los que vienen de la minería se muestran duros y con temple, capaces de sostener el trabajo aunque sea difícil y por ahora, se imponen a quienes impulsan el delegar y lograr una calidad de trabajo diferente.
Probablemente la actividad sea la que esté cambiando: los campamentos son de mejor calidad lo mismo que los medios de transporte, las metodologías de extracción, las comunicaciones que permiten estar cerca de la operación aunque físicamente no lo estén y la difusión de la minería en sí misma que hace que no sea una rareza.
Hay quienes ¨defienden¨ su manera de hacer las cosas y otros que proponen cambios. Seguramente, ambos tengan razón.
En este movimiento dinámico, hay fricciones y, como resultado, renuncias, desvinculaciones, promociones, cambios de puesto y pedidos de carpetas médicas por stress en busca de una buena indemnización...
La cultura va modificándose, lo que pasa es que ni nos damos cuenta.
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