Hace una
semana entreviste a un muchacho llamado Roberto, que estaba aplicando a un
puesto de empleado de depósito. Me llamo la atención la manera en que vestía (además
de unas zapatillas caras, traía una campera de cuero de muy buena calidad). Me conto
que había nacido en una localidad de la Pcia. de Buenos Aires y que había
venido a la Capital para jugar al futbol. Poco a poco me fui enterando como había
sido descubierto por River y el cambio de vida que implico trasladarse, a los
13 años, a la gran ciudad para entrenarse todos los días y, al mismo tiempo,
continuar con su escolaridad. Los entrenadores vieron en él un gran potencial y
notaba como sus compañeros iban quedando atrás y volvían a sus hogares mientras
le exigían más entrenamiento pero acompañados de verdaderos logros deportivos.
Roberto comenzó a entrenar con el seleccionado Sub 20, llego jugar un mundial y
obtuvo contratos en Suiza y en Ecuador. Cuando empezó a recibir una paga considerable
ayudaba a sus padres económicamente, se sentía grande y - aunque era realmente
sacrificado - no podía dejar ese lugar admirado por sus amigos y valorado -
necesitado - por su familia. Tan grande se sentía que, a los 15 años, se
fue a vivir con su novia, también de 15. "Si estábamos todo el día juntos
y yo podía bancar los gastos, porque no íbamos a vivir juntos", me dice
Roberto, casi asombrado de la vida que vivió. Así fue como estando en Suiza, le
ofrecieron ir a jugar a Indonesia.
Sin embargo, en una de sus estadías en
Buenos Aires, empezó a sentirse agotado. Ya no podía soportar la idea de
alejarse de nuevo de sus amigos, vivir entrenando y cuidándose y someterse a
los gritos y exigencias de los entrenadores que se encargaban de hacerle saber
que había unos cuantos esperando que aflojase, para tomar su puesto. Roberto decidió
dejar el futbol a los 23 años. Después de pasar tres meses de verano sin hacer
nada más que pasarla bien, ingreso a trabajar como repositor en un
supermercado. "La verdad es que la pasaba genial. Pocos saben lo que es
sacrificarse de verdad. Los días de calor, me caían algunas gotitas de transpiración
y era divertido, ni comparar lo que me hacían transpirar cuando
entrenaba". Su contacto con el futbol sigue ya que juega en el club de la
ciudad en la que nació. Y está luchando porque asciendan de división. "Lo
que más me gusta es que los chicos se acerquen y me pidan consejo", me
cuenta. "Ahora quiero seguir trabajando y estudiar algo sencillo. Todavía
no sé lo que quiero hacer."
Habitualmente
interrogo y me interrogo respecto del equilibrio entre el costo emocional y el
esfuerzo por el logro. Esta especie de bola de nieve imparable y retro
alimentante que hace que las personas terminen frustradas o enfermas a pesar de
sus aparentes grandes logros.
Roberto conto
con los recursos internos suficientes para percibir su punto límite, pero cual será
el de cada uno.
Hace tiempo,
también, me entere de un caso-ejemplo muy conocido: saben Uds. que Rafael Nadal es diestro y que empezó jugando con
las dos manos porque apenas tenía fuerza y su tío decidió que jugase con
la izquierda? Muchos dirán: "que ejemplo de esfuerzo y mira hasta donde ha
llegado".
Ya veremos a donde ha llegado... espero que haya
valido la pena!
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