16.4.11

El Termómetro - 1er trimestre de 2011 -

Si bien la sensación general es que la economía sigue creciendo,  el contexto inflacionario, salarial y político influyen en lo cotidiano del trabajo dejando su huella en el clima de los negocios. Veamos:

Inflación, solapamiento y aumento de salarios
No hay duda que el tema predominante en este primer cuatrimestre se relaciona con la actualización de las bandas salariales. Las empresas se rigen, en su mayoría, por lo dispuesto en las negociaciones colectivas con el gremio correspondiente. Por otra parte, los integrantes de la nómina que no tienen afiliación sindical deben negociar sus propios aumentos sin el respaldo de un gremio que los agrupe. Los "fuera de convenio" observan como sus compañeros sindicalizados obtienen recomposiciones de casi un 30 % y sus remuneraciones alcanzan o superan a los de sus superiores inmediatos. Durante todo el 2010, este acercamiento de las  bandas salariales fue aceptado en pos de un reacomodamiento que hasta podía ser considerado justo. Este año, la brecha entre "los de convenio" y  los "fuera de convenio", sigue su evolución y el malestar comienza a tomar forma en las composiciones de los hilos más finos del entramado organizacional. Y ni hablar de la tensión de esta urdimbre cuando las casas matrices se demoran en autorizar las revisiones salariales en sus filiales nacionales ya que les resulta difícil comprender cómo los costos laborales aumentan casi un 30 % en un año.

La inevitable y permanente evaluación del empleado y del empleador
La tensión que genera el aumento de los costos laborales por una parte y la dificultad de mantener constante la calidad de vida por la otra, hacen que tanto empleadores como empleados se vean, constantemente inmersos, en un examen de las condiciones de retribución - en el caso del empleado - y de productividad - en el caso del empleador. Cuando llega el momento de pagar o cobrar, el cuestionarse si lo que recibe o se da es justo en relación a la contraprestación, es inevitable.
Esta problemática tiñe de inestabilidad a todo el mercado laboral.
Los procesos de búsqueda, por ejemplo, se caracterizan por la incertidumbre, ya que los postulantes suelen aprovechar una nueva oferta de trabajo para conseguir mejores condiciones en su empleo actual. Por otra parte, los empleadores analizan una y otra vez la nómina para definir a quién y cuánto habría que aumentarle. Las políticas de las empresas, en general, terminan cargadas de subjetividad ya que, al momento de meter la mano en el bolsillo, todos se preguntan si realmente vale la pena. Se observan, cada vez más, "arreglos personales" que esquivan las políticas corporativas.

Detección de personal clave y retención
El clima laboral está, por lo menos, enrarecido y se percibe un aire de queja y disconformidad. Quienes deben tomar decisiones se están abocando, en el mejor de los casos, a definir preventivamente a quién vale la pena cuidar y de qué manera hacerlo. Detectar talentos no es, en este momento, una política destinada a planificar cuadros de reemplazo, sino de funcionamiento operativo. Muchas compañías se ven afectadas por la dispersión salarial ya que no está claro cuánto vale cada posición.
Otras empresas prefieren tensar la cuerda hasta último momento y hacer una mejor oferta recién cuando las papas queman y aparece la amenaza de renuncia.
En este ambiente parece fundamental que los directores y equipo gerencial se muestren sólidos y cerca de la gente.
Uno de los grandes desafíos para el management es ocuparse, realmente, de las personas. Y esta coyuntura de aparentes vacas gordas pero que nos hace adelgazar, es una prueba de fuego respecto del compromiso y la responsabilidad de liderar. Comunicar francamente, las dificultades, es lo más aconsejable.

Y el futuro?
El futuro es incierto. Encima, es un año electoral.
Hasta la próxima.

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