Psicología del Trabajo: teoría y práctica
Este año tengo la oportunidad de dictar clases de una nueva materia, Psicología del Trabajo. Esta asignatura es obligatoria en la currícula de los alumnos de la carrera de psicología en la Universidad de Belgrano. En esta primera versión, la titular de la cátedra, Angélica Zdunic, elaboró un programa que incluye aportes de diferentes autores con sus respectivas visiones teóricas.
En este momento me encuentro preparando mi tercer clase y reflexionando acerca de los contenidos de la misma. Ya en una aproximación, en los primeros encuentros - lo que podría llamarse una Introducción a la Psicología del Trabajo - se propuso, como característica de la práctica de los psicólogos laborales, la dificultad en dar respuestas teóricas a los hechos concretos, por la velocidad con que estos mismos hechos se van sucediendo.
Mientras voy estudiando y analizando textos y propuestas, me doy cuenta de la necesidad de los alumnos - y docentes ! - por comprender y aprender conceptos que permitar dar cuenta de la realidad de las personas que trabajan y de las organizaciones en sí mismas, en el momento actual. Aunque tengo claro el rol que desempeña el estudio y el análisis para establecer hipótesis que luego deberán ser corroboradas para generar, a su vez, nuevos interrogantes; también sé de la necesidad de la práctica para aplicarla a las situaciones concretas que se presentan. Sin embargo, frente a otras experiencias en la docencia, lo que me apremia es cierta urgencia por llegar a tener respuestas.
Me encuentro planteando propuestas de autores que fueron escritas hace 10 años atrás y que tienen, ya, muy poca vigencia. Mientras que en otros campos de la Psicología, las teorías pueden aplicarse y discutirse, por años, las propuestas conceptuales en Psicología del Trabajo contrastan con los hechos concretos y actuales a los que deben aplicarse, por su falta de atinencia.
Hacia dónde vamos?
Estos problemas son frecuentes cuando se trata de nuevas disciplinas que requieren, a su vez, nuevos marcos conceptuales?
O los cambios se producen, en este momento, con tal velocidad que la comunidad científica no llega a procesarlos?
Sea como fuere existe un punto de anclaje que pone algo de orden en este torbellino imparable de ideas, propuestas e innovación. Es como un Norte de una brújula que parece no tener escritos los puntos cardinales. Esta referencia es, una vez más, el lado más humano de la ciencia: la ética.
Lo que creo que debemos tener como un faro hacia el que nos dirigimos en el medio de una andanada de estímulos que resultan, todos, atrayentes es el bienestar de las personas.
Probablemente, nuestro rol profesional actual esté signado por acompañar al cambio sin perder de vista a los actores que están involucrados. Tratar de comprender cómo se gesta este cambio, hacia dónde va y la causalidad inherente parece ser, por el momento, una tarea que requerirá de tiempo y discusión y que no es prioritaria.
En disciplinas, como la Psicología del Trabajo en las que el investigador y el objeto de estudio están tan interconectados es complejo establecer condiciones que permitan comprobar hipótesis sin influir sobre los mismos hechos que se están estudiando.
Quizás estemos asistiendo, por la fuerza de los hechos, a la ruptura del paradigma que - de manera inconciente - intenta dar explicaciones a hechos humanos a partir de una lógica inaplicable a estos hechos.
Este año tengo la oportunidad de dictar clases de una nueva materia, Psicología del Trabajo. Esta asignatura es obligatoria en la currícula de los alumnos de la carrera de psicología en la Universidad de Belgrano. En esta primera versión, la titular de la cátedra, Angélica Zdunic, elaboró un programa que incluye aportes de diferentes autores con sus respectivas visiones teóricas.
En este momento me encuentro preparando mi tercer clase y reflexionando acerca de los contenidos de la misma. Ya en una aproximación, en los primeros encuentros - lo que podría llamarse una Introducción a la Psicología del Trabajo - se propuso, como característica de la práctica de los psicólogos laborales, la dificultad en dar respuestas teóricas a los hechos concretos, por la velocidad con que estos mismos hechos se van sucediendo.
Mientras voy estudiando y analizando textos y propuestas, me doy cuenta de la necesidad de los alumnos - y docentes ! - por comprender y aprender conceptos que permitar dar cuenta de la realidad de las personas que trabajan y de las organizaciones en sí mismas, en el momento actual. Aunque tengo claro el rol que desempeña el estudio y el análisis para establecer hipótesis que luego deberán ser corroboradas para generar, a su vez, nuevos interrogantes; también sé de la necesidad de la práctica para aplicarla a las situaciones concretas que se presentan. Sin embargo, frente a otras experiencias en la docencia, lo que me apremia es cierta urgencia por llegar a tener respuestas.
Me encuentro planteando propuestas de autores que fueron escritas hace 10 años atrás y que tienen, ya, muy poca vigencia. Mientras que en otros campos de la Psicología, las teorías pueden aplicarse y discutirse, por años, las propuestas conceptuales en Psicología del Trabajo contrastan con los hechos concretos y actuales a los que deben aplicarse, por su falta de atinencia.
Hacia dónde vamos?
Estos problemas son frecuentes cuando se trata de nuevas disciplinas que requieren, a su vez, nuevos marcos conceptuales?
O los cambios se producen, en este momento, con tal velocidad que la comunidad científica no llega a procesarlos?
Sea como fuere existe un punto de anclaje que pone algo de orden en este torbellino imparable de ideas, propuestas e innovación. Es como un Norte de una brújula que parece no tener escritos los puntos cardinales. Esta referencia es, una vez más, el lado más humano de la ciencia: la ética.
Lo que creo que debemos tener como un faro hacia el que nos dirigimos en el medio de una andanada de estímulos que resultan, todos, atrayentes es el bienestar de las personas.
Probablemente, nuestro rol profesional actual esté signado por acompañar al cambio sin perder de vista a los actores que están involucrados. Tratar de comprender cómo se gesta este cambio, hacia dónde va y la causalidad inherente parece ser, por el momento, una tarea que requerirá de tiempo y discusión y que no es prioritaria.
En disciplinas, como la Psicología del Trabajo en las que el investigador y el objeto de estudio están tan interconectados es complejo establecer condiciones que permitan comprobar hipótesis sin influir sobre los mismos hechos que se están estudiando.
Quizás estemos asistiendo, por la fuerza de los hechos, a la ruptura del paradigma que - de manera inconciente - intenta dar explicaciones a hechos humanos a partir de una lógica inaplicable a estos hechos.
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