"En el más remoto confín de la China vive un Mandarín
inmensamente rico, al que nunca hemos visto y del cual ni siquiera
hemos oído hablar. Si pudiéramos heredar su fortuna, y para
hacerle morir bastara con apretar un botón, sin que nadie lo supiese,
¿quién de nosotros no apretaría ese botón?"
(René de Chateaubriand)
Este texto fue escrito a principios de 1800. Probablemente haya tardado decenas de años en ser traducido al español y habrán pasado otros tantos para que fuese impreso y llegase a ser leído en lo que en aquel entonces era el Virreinato del Rio de la Plata.
Como hubiese imaginado este autor, que un par de siglos después, seríamos capaces de contar con imágenes y datos, "en vivo", que nos permiten saber qué está pasando en cualquier momento en cualquier lugar del planeta.
Sin embargo la excusa "del ojos que no ven" sigue aplicando en estas épocas de globalización. De alguna manera, no estar presentes es como no tener vínculo alguno con quien puede verse afectado con nuestras decisiones.
Tenemos noticias que nos muestran que grandes y, supuestamente respetadas, empresas exigen por demás a su personal, evaden impuestos o descuidan el medio ambiente pero logramos darnos
explicaciones que justifiquen nuestras conductas y seguimos consumiendo los productos que nos ofrecen. En definitiva, hacemos lo que
nos conviene (por lo menos a corto plazo).
Cuidamos nuestro propio lugar y sólo nos cuestionamos nuestros valores cuando somos nostros mismos quienes debemos ponerlos en juego.
Cuando necesitamos que se trabaje un sábado o más horas que las habituales, el caso de generar un lugar de trabajo poco adecuado, la falta recursos para realizar la tarea, o cuando pedimos la comida en un restaurant de mala manera o nos retrasamos con el pago a alguien con nos haya prestado un servicio...la lista podría ser interminable.
Recién cuando el contacto es directo y personal, tomamos conciencia que
las indicaciones, pedidos o exigencias que hacemos a nuestros
colaboradores o proveedores tienen un verdadera influencia sobre sus
vidas.
Recordar que aunque estemos lejos, nuestras conductas tienen impacto se ha hecho más evidente en esta era de la información compartida.
Seremos capaces de trabajar para que el mundo del trabajo sea más humano, aunque cada vez sea más frecuente el "apretar botones"?
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