Hace unos días escribía sobre la estrategia de las empresas respecto de intentar retener a sus talentos, tratando de satisfacer las necesidades de los profesionales.
Las compañías procuran anticiparse y detectar las motivaciones para diseñar un "combo remunerativo" acorde. Y en cierta medida, hacen bien: de acuerdo al momento profesional y personal de cada uno, un aparente beneficio puede transformarse en una carga o bien, la responsabilidad por un nuevo proyecto, por ejemplo, puede dar mejor resultado que un aumento de sueldo.
Sin embargo, según compruebo a diario en las evaluaciones psicotécnicas, las personas cambian de empresa sin tener absolutamente claro qué es lo que buscan.
Escuchan ofertas cuando sienten alguna insatisfacción. Si la nueva propuesta los entusiasma, empezarán tener más claro qué es lo que les molestaba.
No somos tan predecibles, ni controlables.
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