12.8.08

EL EMPRENDIMIENTO PROPIO, EDAD Y COMPETENCIAS

Un periodista me consultó sobre el perfil laboral y psicológico de los jóvenes – hasta 30 años, dijo…- en relación a la posibilidad de concretar un emprendimiento propio.
Las que siguen son algunas ideas al respecto.
Quizás el formato es un tanto académico y/o aburrido...

Profesionalismo e idoneidad

Creo que existen dos modalidades que sustentan el "emprendimiento propio": la idoneidad y el profesionalismo.

La idoneidad se refiere a tener una experiencia sólida en un tema específico. Un cocinero que emprende un pequeño restaurant o empresa de catering, un joven con muchos años en “la moda” que inicia la producción propia o un profesor de educación física que organiza recreación y deporte, en colegios o comunidades.
La definición, en cuanto a la factibilidad del proyecto, es más bien corta. Y los resultados, se conocen rápidamente.

El profesionalismo tiene la característica de una mayor preparación en cuanto a estudio y menor especificidad respecto del conocimiento sobre el producto o servicio que brindarán. Ejemplo: profesionales de ciencias económicas o afines que inician un nuevo negocio (que bien puede ser un restaurant o una empresa de catering...) o ingenieros que diseñen un proyecto de control de inventarios. En ninguno de los dos casos su expertise está en el producto o servicio que comercializarán. Tienen una formación que les permite proyectar negocios y lo que sea que negocien, formará parte de su plan.
En este caso la proyección es de mediano o largo plazo, lo mismo que los resultados y la rentabilidad.

Históricamente la idoneidad fue la característica fundamental para iniciar un emprendimiento. Hace ya unos años, el mercado muestra disposición - e inversores - a confiar en las nuevas ideas y colaborar con metodología, proyecciones, contactos y coaching para que los emprendedores "profesionalistas" lleven a cabo sus proyectos.

Qué mueve a un joven hacia el emprendimiento propio ?

Creo que existen factores importantes: a) el deseo de independencia y autonomía: querer disponer de los propios recursos y crecer a partir de ellos, b) la confianza en sí mismo: creer en el propio valor, c ) Perseverar y tolerar la frustración: ser capaz de probar nuevas alternativas y estar abierto a aprender, modificar conductas y escuchar consejos y e) hacer una correcta evaluación de los recursos, no perder nuca de vista que se trata de un negocio.

Los jóvenes son proclives a mantener algunos rasgos infantiles que hacen que sus decisiones se orienten a la satisfacción inmediata de sus necesidades y que sus proyecciones sean de corto plazo. Cuanta mayor capacidad de postergar de basar sus acciones en objetivos más sólidos y estructurales, mayor será la posibilidad de éxito en sus emprendimientos.

El aspecto relacional

Siguiendo con la línea "idoneidad"-"profesionalismo", la capacidad para generar y sostener un emprendimiento propio requiere de cierto equilibrio entre las dos modalidades. Sin embargo son las características personales las que permitan desarrollar el aspecto relacional. Quizás el más complejo e importante.

Veamos: ”emprendimiento propio” significa: vender el servicio/producto, negociar con proveedores, tener personal a cargo y manejar relaciones laborales (remuneración, ausentismo, horarios, licencias, seguros, etc.), cobrar, pedir líneas de crédito, consensuar con socios - si los hubiese - , hacer previsiones financieras, definir su retiro de honorarios y otros tantos procesos que deben ser abordados por el mismo emprendedor. Requiere de capacidad de expresar las propias necesidades, adaptación del discurso y argumento al tipo de interlocutor, posibilidad de implementar diferentes estrategias de acuerdo a las necesidades del cliente/proveedor/colaborador.
Estas posibilidades se adquieren a través del contacto y la interrelación con otras personas.

Los jóvenes cuentan con competencias profesionales o idoneidad pero deben desarrollar las "competencias relacionales". Estas competencias que no se adquieren "en los libros", sino ejerciendo funciones. La actitud emprendedora muchas veces se genera a través de la experiencia: es una de esas habilidades que sólo se hacen visibles, para uno mismo, una vez que la realidad nos ha presionado para que pongamos en juego recursos que ni siquiera sabíamos que teníamos.

La relación de dependencia existe, realmente ?

Como contrapartida, la relación de dependencia mantiene resuelta la mayor parte de los aspectos estructurales del negocio y le permite al profesional dedicar su energía a la función para la que fue contratado y agregar valor a la organización desde su posición. Sin embargo, en términos de “negocio”, la relación de dependencia implica tener un cliente único, con el riesgo que conlleva. Quienes cuentan con buenas competencias profesionales y se van sintiendo idóneos a medida que las aplican adquieren, también, mayores competencias relacionales. Esta constelación es la base estructural de un emprendedor, pero, sin duda, el motor y motivación es la necesidad.
Y no todos sienten la necesidad de un “emprendimiento propio”, muchos trabajadores – de hecho la mayoría - prefieren desarrollar su carrera laboral/profesional en un marco de seguridad y estabilidad.

De cualquier manera los cambios de paradigma en cuanto a la estabilidad del empleo – fusiones, adquisiciones, asociaciones, mediante - hacen pensar que las habilidades para generar un emprendimiento propio serán requisitos, cada vez más importantes, para ser exitosos en una carrera corporativa.

2 comentarios:

Senior Manager dijo...

Muy buena la orientación sobre el particular y coincido en que debe haber un equilibrio natural entre la idoneidad y el profesionalismo, creo que muchos de los jóvenes de hoy carecen de alguna de las dos o de ambas y esto los predispone al fracaso al emprender cualquier empresa. De hecho sobre valoran las herramientas tecnológicas actuales y basan su gestión en ellas como si fuesen varitas mágicas que resolverán los problemas comunes de cualquier empresa, como si de un control de video juego se tratase...

Anónimo dijo...

Es cierto SM, el manejo de harramientas informáticas pareciera ser una especie de amuleto para poder hacer, casi, cualquier cosa.

Y "las cosas" están hechas por gente, allí está la clave.